Instituto de Educación Rural (IER)

Construimos en el 2004 un internado del que se benefician jóvenes campesinas que realizan sus estudios pagando unas mensualidades que están muy lejos de cubrir los gastos. Desde el 2012 colaboramos con los gastos del internado.

Así mismo becamos a alrededor de 20 chicas (el número va variando cada año) que no podían pagar esa mensualidad. El compromiso adquirido por las chicas es desarrollar su trabajo durante un período de tiempo en sus comunidades de origen. Es tal la falta de estas profesionales que, según terminan, la mayoría de ellas encuentran trabajo en los centros de salud de su propia comunidad o alrededores. A pesar de las becas ofertadas, debido a la timidez que provoca el aislamiento de sus comunidades, muchas de las jóvenes no se atreven a salir a estudiar o abandonan los estudios bien por cuestión de salud, por las exigencias de la vivencia en un internado o por descubrir, al empezar la práctica en los hospitales, que no superan los escenarios de este trabajo (operaciones, heridas y traumatismos, enfermedades que producen rechazo etc).

Nos escribía una de las responsables: Es una satisfacción increíble para los familiares y para las mismas jóvenes que dejan de ser parte de un grupo de personas tremendamente vulnerables para llegar a ser «profesionales» de calidad y personas capaces de ayudar a su familia, comunidad y pueblo.  Por acompañarnos en este gran desafío, mil veces gracias.  Tú y los hermanos de Mamoré «cambian la vida a un buen puñado de gente».   Su labor es inconmensurable…  Un abrazo y nuestra gratitud por todo.