Tirso escribió este artículo para Mamoré en el año 2018. Incluído en nuestra memoria anual de dicho año, hoy nos apetece recuperarlo.
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Fue hace diez años.
Viajaba de Luena a Luanda (1.260km). Había trechos difíciles y otros asfaltados que, a pesar de descartables, todavía estaban bien. Un joven bien vestido, camisa de rayas y corbata se aproxima con una moto 125 cc o tal vez más. Me reconoció, saludó, estacioné el coche y hablamos. Fue un chico de la calle en los años 90 que había sido recogido en una de nuestras casas: hoy empleado de Banco, estudiante universitario y con el proyecto de casar en breve.
Lo conocía bien y a partir de los minutos que compartimos, se esparcieron en mi mente centenas de imágenes: las noches que los voluntarios pasaban en la calle con estos chicos, víctimas de las drogas baratas que les consumen el poco dinero que la gente les ofrece y las neuronas que Dios les dio, las dificultades de todo tipo que pasamos para sustentarlos, para conseguir un mínimo resultado en el cambio de actitudes. Por otra parte, la satisfacción por los cambios: la maleabilidad de los chicos cuando entran en una casa, viven con una familia, y también por la infinita paciencia de los que nos fueron ayudando a lo largo de los años. Cuántos intervinientes para esta victoria sobre la miseria, el abandono frente a la indiferencia de tantos!
Hay algunas lecciones nunca bien aprendidas por mí, que por eso están siempre en la Agenda y quiero compartirlas:
a) Los tiempos:
Corro, me adelanto, siento que estoy sólo, desanimo, regreso. Cuando estoy volviendo, desalentado, me doy cuenta que están viniendo, y son muchos. Y cuánta fatiga tuvieron para seguirme! “Se fuerza la máquina”, decía el músico. Cuando os cambios se realizan a nivel de las personas, y no de las cosas, llevan su tiempo de maduración, que no pueden ser infinitos, porque la vida es una sola, pero no se pueden forzar. No se forma la zanahoria porque todos los días intento alzarla, por lo contrario, puedo arruinarla.
Es una de las características de la cooperación que mira a las personas. Por eso, les agradezco.
b) Los resultados:
Hay un cálculo (y tiene que ser hecho), del costo- beneficio. Los lugares que más precisan suponen mayores inversiones para recoger menos. Un proyecto educativo en una grande capital con 5.000.000 de habitantes o más, permite reducir costes de transporte, se encuentra personal más calificado, inclusive para el destinatario más empobrecido, aumentan las posibilidades de interacción y la visibilidad es patente. Cuando nos alejamos de estos centros disminuye el número de destinatarios, se ofusca la visibilidad, las distancias y el estado de los caminos ponen a prueba los nervios más resistentes, el personal que encontramos en el terreno no es suficientemente eficaz ni nos podemos permitir el lujo de la substitución. Pero el impacto sobre el desarrollo de esas poblaciones es impresionante: pueden salir de una situación de subdesarrollo “asumido” y caminar a un desarrollo sustentado con relativamente pocas intervenciones, aparecen competencias que ni siquiera podríamos sospechar. Un vibrante: “conseguí” comienza a revertir un cuadro nada alentador, en un proceso semejante a la bola de nieve (a pesar del calor); es una luz en el desierto.
Pocos se dan cuenta de ello, y por eso, también les agradezco.
c) La tenacidad: la virtud del trabajador es la tenacidad. Para los que tenemos la misión de ser un puente entre dos realidades que interactúan, donde cada una contribuye con algo, sabemos cómo es difícil. Esto es sobre todo para nosotros, que estamos en el terreno, en el día a día. El pueblo de Angola tiene mucho para dar: su actitud frente a la vida, su alegría, su capacidad de compartir, ganas de aprender, de crecer. Pero los desafíos son enormes, especialmente cuando del Este de Angola se trata: estamos en la mayor provincia de Angola, con 223.000km2, y apenas 5% de los caminos principales, que unen a la capital de la provincia a los municipios y estos a las comunas, están asfaltados. El índice del analfabetismo es espeluznante: 70% en las áreas rurales y 52% a nivel general. Son datos oficiales, del Gobierno de Angola, podemos aumentar el porcentaje, pero no disminuirlo. El desempleo es casi generalizado, pero la empleabilidad es la más baja de Angola. Días atrás se hizo el Concurso Público para los maestros en la Provincia: sólo el 14% aprobó y esto gracias a una cierta benevolencia de los evaluadores. La calidad de la enseñanza, la falta de profesionales de la salud y la consecuente mortalidad infantil y adulta por enfermedades que no serían ni siquiera graves en otros contextos son otros tantos elementos que cuentan. Todo agravado pela falta de agua potable en una de las mayores bacías hidrográficas de África.
Frente a esta situación no hay soluciones mágicas: situaciones complejas requieren respuestas complejas. Muchas veces pensamos que ciertos problemas se resuelven con una intervención y no es posible.
La creatividad: con la capacidad de tener nuevas iniciativas que nos lleven a completar lo que falta, a descubrir las nuevas posibilidades que se abren a partir de los resultados obtenidos, analizar, reprogramar, repensar. Muchas veces tenemos que apelar a nuestros recursos interiores y motivacionales para no dejar caer nada.
Por eso, la cooperación que vale es interactiva, más estratégica que programática, que mire más a los objetivos que a los mínimos detalles.
Por eso también los agradezco.
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Gracias por todo Tirso.